Realmente la política internacional siempre se ha movido a base de conflictos de orden armado. La constante de la Historia con mayúsculas ha sido el paradigma de sus guerras y obviamente ahora nos encontramos a la puerta de conflictos que quizás dejen en paños menores lo que hasta el día de hoy hemos podido ver.
El motivo es simple: la batalla por hacerse con poder nuclear como mecanismo de disuasión acabrá dando paso a su uso de forma indiscriminada por gobiernos extremistas en sus posiciones que olvidarán Hiroshima y Nagasaki para en improvisado guión de cine de catástrofes exterminar poblaciones y extensas zonas de triste tierra.
Es preocupante ver como suben los grados de tensión entre la India y Pakistán, y quizás llegue el día en que todos los que tienen en sus manos el destino de la especie humana, así como del resto de vida en el planeta, deban dar cuentas de sus inversiones militares, de sus falsedades gubernalmentales para seguir promoviendo una economía de guerra para la paz y a modo de ejemplo, acaben cayendo en el pozo del olvido. Aún así, está claro que seguiremos todos durmiendo en la placidez de la crisis económica hasta que el Sol nos despierte.
Debería retomarse el misticismo de la guerra fría, el perfecto espionaje y al hombre que en nombre de la Corona Británica repetía dos veces su apellido.
Os dejo a Chris Cornell y su magnífico You Know My Name que formó parte de la para mí magnífica Casino Royale.
