miércoles, marzo 03, 2010

Historias de La Raza (III). Espejos





No tengas miedo de los espejos, pero respétalos. No creas todo lo que cuentan. Sólo algunos nos delatan y ellos nos enseñan parte de nuestras habilidades.


Empezaremos por el más letal para nosotros, aquel que nos delata en toda nuestra integridad y nos devuelve la imagen de la que siempre estamos huyendo, la imagen del demonio. Son los espejos negros, creados en la antigüedad por alquimistas con aleaciones que ya no existen. Quedan pocos y son muy viejos. Difíciles de reproducir, diversos ancianos y clanes los persiguen para destruirlos o cerrarlos bajo llave. Los identificarás nada más verlos, pues no reflejan nada más que tu propia luz. A la vista de los mortales es sólo una lámina negra insondable. No debemos mirarnos en ellos, ni mirar a través, el reflejo de otro de los nuestros.


Los espejos más antiguos que se acercaban al espejo perfecto y aquellos que en la actualidad utiliza la ciencia humana también pueden llegar a delatarnos. Son raros y se les puede engañar. Necesitarás uno en tu edad adulta para llegar al saber de la ocultación.


El resto de los espejos de la era moderna nos son completamente inocuos y sólo un experto, con dificultad, observaría a través de uno que nuestro cuerpo no refleja todo el espectro de luz, y no es sino que además absorbe la misma. Ésta es la clave de todo y una de las más importantes lecciones de nuestro mundo.


Necesitarás un juego de espejos, que vayan del más perfecto posible al más imperfecto, de distintas aleaciones y de distinta ondulación y capas. Espejos dobles, espejos cóncavos, esféricos… Deberás enfrentarte a todos ellos, mirarlos sin que te miren. Aprender. Ocultarte en ellos, tras ellos y de ellos.


Los que los huyen por miedo o por desconocimiento nunca llegarán a alcanzar la capacidad necesaria para esquivar y dominar a los humanos y finalmente perecerán. Resulta paradójico pero el que se aparte de los espejos se apartará para siempre de nuestra esencia inmortal.


No acudas a anticuarios exclusivos ni inexpertos. Nunca en las grandes ciudades. Suelen tener un extraño concepto de la prudencia, la discreción y el anonimato. Acude a artesanos hábiles, reconocidos, independientes y en poblaciones pequeñas, apartadas. Si puedes y tienes conocimientos y proveedor, ofréceles tu mismo la materia prima y facilítales el transporte. Nunca directamente, siempre con intermediarios. Trabaja con varios a la vez para hacerte con un buen número de espejos.


Es un hecho: Aquel que conozca y domine las artes de los espejos, conocerá y dominará La Raza.


Claro está… después está el agua, y después, El Mar. Cuidado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Esperamos tu opinón!