jueves, mayo 12, 2011

Praga, o la compresión del turismo y la cultura


Si tuviéramos que contraer en el centro histórico de una ciudad gran parte de la cultura y el turismo de Europa en los últimos años, dicha ciudad sería Praga.



A priori, por las distancias a recorrer y por como está organizada es mucho menos abrumadora que París o, supongo, Londres. Menos grandilocuente y más recogidita, de modo que uno se puede plantear por ejemplo una visita express pasando la mañana temprano en el reloj astronómico y alrededores, a mediodía en la zona del Puente Karlúv (Carlos) y la tarde en la zona del Castillo y la Catedral. Se puede ir en pié en el mismo día si se va a buen ritmo y es lo mínimo que se despacha turísticamente en Praga. Reloj, Puente y Castillo. Es lo básico que se debe ver y se puede hacer en un día bien llevado. La puesta de sol desde la Zona del Castillo, más elevada, puede ser espectacular. Hay miradores.


Ahora bien, si rascas la capa superficial del turismo de la ciudad y quieres meterte de lleno en “El asunto Praga”, puede resultar completamente apabullante y puedes estar meses deleitándote con el abundante contenido turístico, curioso y cultural del que dispone. Praga es una ciudad donde se concentra de un modo extraño la historia más reciente de Europa.

Está muy presente la Segunda Guerra Mundial. La atacaron los Alemanes, los Estadounidenses (por error) y luego los Rusos, así de seguido. Pilló gresca de todas partes pero sin embargo se supo conservar estupendamente bien.

Tienen un cementerio judio (ojo, cerquita de Alemania y en mitad de todo el meollo se ha podido conservar), campos de concentración cercanos, monumentos sobre el tema, etc. Si eres más turista religioso te esperan innumerables iglesias, sinagogas,  monasterios e imágenes que admirar. Hay hasta un niño Jesús de Praga, rubio y con los ojos azules, similar aunque más caucásico, a otros niños jesuses, por ejemplo en Sevilla y Santiago.

Tenemos Art-nouveau con el genial Alfons Mucha y multitud de galerías o talleres de pintores pequeñitos y coquetos. Todo comprimido. Kafka y su existencialismo también puede encontrarse en todas partes y hay una calle muy colorida donde vivieron los intelectuales y hoy hay librerías, etc.. Por supuesto música, desde música de cámara y ópera hasta su Hard Rock Café con conciertos en directo. Cultura a raudales.

Hay un muro de John Lennon, República, revoluciones, ajusticiamientos, un monstruito enterrado encantador, miles de leyendas, teatros negros y de los normales, souvenirs, paseos en barco o góndola, artesanía a más no poder con talleres de Luthiers, marionetas y soplados de vidrio, una pequeña Venecia, trenes, funiculares, tranvías y metros feos de grandes.

En cuanto a cine en Praga podemos encontrar escenarios de películas como Misión Imposible, Van Helsing  o Casino Royale, ambientaciones dignas de “alguien voló sobre el nido del Cuco”, unos grandes estudios y un festival de cine de categoría A en Karlovy Vary, a unas dos horas.

Tiene una reja llena de candados de enamorados y una amplia vida Bohemia, nunca mejor dicho, con sus tiendas y bares de absenta y una movida nocturna un tanto extraña y alternativa. Curiosamente tiene muchas conexiones con España, desde una sinagoga española a numerosos santos con nombres españoles, hermanamiento de Praga con Madrid y Bilbao, una radio en español que emite desde alli… En fin, que tiene de todo y un gran contraste entre lo clásico y lo moderno.



Por supuesto, cómo no, cerveza a granel y carne, mucha carne. Y de calidad. Parece que el pescado está prohibido porque es complicado verlo en las cartas. No es una ciudad excesivamente cara para ser capital y turística. Comer es bastante barato y las raciones son de campeonato.

Viajen a Praga. Es su responsabilidad. 

Links: una alternativa a las clásicas guias de viaje: Videos de Youtube.

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