El Sena encierra secretos y misterios, muchos. La ciudad en sí es grandilocuente, luminosa, acogedora y abrumadora, engreída, cosmopolita, histórica, hospitalaria y hasta graciosa, pero el Sena es otra cosa. Sólo basta hacer un circuito turístico por el mismo para observar que Édith Piaf y hasta la grande París le queda pequeña. Al caer la noche, queda plenamente patente que sus orillas tienen murallas por necesidad, respeto y ¿por que no? miedo.
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