Querido hombre de las finanzas:
Te escribo la presente porque llevo más de un mes pensando en como decirte lo que pienso sin que por ello me tildes de demagogo.
Hace tiempo que solucionaste tu vida. Los repartos de dividendos, las grandiosas comisiones que te dieron en aquella última operación que gratamente fue favorable para tus intereses y que el dinero llama al dinero, han acabado por convertirte en un ser castigado por el dólar. En fin, no sé donde puedes guardar tanto. Bueno sí, tú fuiste listo y no lo dejaste en el banco. Lo invertiste en paquetes de inversión a salvo de las hipotecas "low cost" (basura) dado que sabías que eran mala compañía. Te retiraste a tiempo y eso siempre es una victoria. Ahí dejaste el campo de batalla a punto de implosionar. Y lo hizo, vaya si lo ha hecho. Supongo que ahora estás cómodamente sentado en un gran sillón de gran hombre. Casi un trono. Debes sonreírte de cómo los que creen gobernar el mundo se reúnen en un punto G para hacer un juramento de amor a la propiedad privada. En el fondo sabes que son tontos puesto que resulta que la propiedad es tuya.
Supongo que temes que las islas Caimán sean investigadas y descubran esa cuenta B en la que lo tienes todo, pero creo que puedes estar tranquilo. El grupo de presión que mandaste a la reunión mundial de Washingtown ha hecho bien su trabajo y creo que nuevamente te escaparás.
Espero que pronto puedas volver al mercado e idear alguna nueva maquiavélica forma de enriquecerte a costa del mundo. Siempre quedará África, Sudamérica, Asia y média Europa para hacer un nuevo saqueo. Eso sí, de forma elegante.
Siempre me sorprendió como en los días en los que cambiabas las ruedas de tu coche tus guantes resistían en si impoluto blanco.
Siempre blanco.
Fdo. Un admirador del caos.
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