Cuenta la leyenda que Johnny Weissmüller acabó sus días en un manicomio, obsesionado con el personaje de Tarzán que interpretó en numerosas ocasiones y que gritaba asiduamente el famoso y característico grito a la mayor oportunidad que tenía…
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La cuestión es: Si el grito cinematográfico de Tarzán era una mezcla de rugidos (realizada en los estudios de La Metro) de varios animales, entre ellos un elefante, una hiena y un camello, además se le añadió el sonido de un violín, un cantor tirolés y un barítono… ¿Qué demonios era lo que gritaba Johnny Weissmüller en sus últimos días de existencia?
He ahí la pregunta. Quizá sea sólo una leyenda.
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