Siempre consideré a Bunbury un músico con mayúsculas. Si capacidad de emoción sobrepasó con creces la historia de Héroes del Silencio y, pese a la grandeza de estos, supo en solitario conseguir elevar sus composiciones a cotas no alcanzadas, generando una mezcla perfecta entre lo latino, el rock más inquieto y letras propias de un Benedetti.
Con su canción “Canto”, que cerraba su gran obra “Viaje a ninguna parte”, dio de lleno en el clavo del son cubano y su realidad sonora.
Su búsqueda constante por el tema definitivo, ha hecho que el zaragozano roce el jazz y el folk con una genialidad desorbirtada.
Pura magia que puede ser disfrutada tanto a orillas del Sena como paseando por el malecón de La Habana.
Tan recomendable como que sigas respirando de forma inconsciente el resto del día.
Grande. Único. Si se apellidara Dylan, el mundo entero estaría haciendo eternas reverencias.
Bunbury es increible... sus canciones tienen un toque mágico que pocos consiguen lograr.
ResponderEliminarAyer mismo... de camino a Córdoba escuchaba el "viaje a ninguna parte", y es espectacular... sin más :)
un beso enorme wapo